Advertencia del BIS: Riesgo de escasez de dólares por desmantelamiento de swaps de divisas

Swaps de divisas: una red invisible que sostiene el sistema

Pocas veces se habla de ellos fuera del mundo financiero, pero los swaps de divisas mueven cifras que marean: más de 113 billones de dólares, según los últimos datos del Banco de Pagos Internacionales (BIS). Son acuerdos temporales entre instituciones para intercambiar divisas —por ejemplo, euros por dólares— con la idea de revertir esa operación más adelante a un tipo de cambio previamente pactado.

Parecen algo técnico y lejano, pero su funcionamiento es clave para que la liquidez en dólares fluya sin problemas por los mercados internacionales. El problema es que, según el BIS, ese mecanismo podría estar en riesgo.

Y cuando algo tan grande empieza a crujir, las consecuencias se dejan sentir rápido.

Qué está en juego: un dólar que se encarece, se esconde o simplemente no llega

Ahora mismo, una parte importantísima de esos swaps —más de 80 billones de dólares— está en manos de entidades no bancarias. Es decir, gestoras de fondos, aseguradoras, fondos de pensiones… instituciones que no pueden acceder directamente a la Reserva Federal pero que se financian en dólares para sus operaciones.

¿Y qué pasa si estas entidades, por miedo, incertidumbre o necesidad, empiezan a cerrar posiciones todas a la vez? Pues que se genera una especie de «efecto estampida»: todos quieren dólares al mismo tiempo, el valor de la divisa sube y el acceso al billete verde se complica. No es la primera vez que pasa algo parecido, y el contexto actual invita poco a la calma.

Por un lado, el regreso de Donald Trump a la carrera electoral en Estados Unidos ha avivado las tensiones comerciales y geopolíticas. A eso se suma la rebaja en la calificación de la deuda estadounidense por parte de Moody’s, algo que hace unos años habría parecido impensable.

El resultado: el dólar ha caído junto a los bonos y las acciones estadounidenses. Y eso no es un síntoma cualquiera. Cuando los tres principales activos del país se tambalean al mismo tiempo, la confianza se resiente. Y mucho.

¿Y los bancos centrales? Preparándose para lo que pueda venir

Tradicionalmente, cuando escasean los dólares fuera de EE. UU., la Reserva Federal actúa como prestamista de último recurso, activando líneas de swap con otros bancos centrales. Pero aquí entra otro factor de inestabilidad: la presión política interna en EE. UU., que podría llevar a la Fed a actuar de forma menos previsible.

Ante esta posibilidad, el Banco Central Europeo ya ha movido ficha. Está pidiendo a varias entidades que calculen cuánto dependen del dólar y qué harían si las líneas de swap desaparecieran. Es un ejercicio de prevención, pero también una señal de alerta.

Sobre la mesa se empieza a hablar de crear una especie de coalición monetaria entre bancos centrales, para compartir reservas en dólares si la Fed no responde. No es una solución ideal, pero podría ser un salvavidas temporal si las cosas se tuercen.

En definitiva, el aviso del BIS no es un titular alarmista. Es una llamada a estar atentos. Porque si el dólar deja de circular con normalidad fuera de EE. UU., la economía mundial lo notará. Y tú también, aunque no tengas ni un solo dólar en el bolsillo.

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